Varios especialistas de la repostería
afirman que unos 5000 años a.C. ya se elaboraban tartas y pasteles de refinado gusto, endulzándolos con
miel, según consta en testimonios encontrados en excavaciones de ciudades
milenarias y que durante siglos siguió dominando la miel
como único elemento para endulzar.
Antiguamente los reyes vivían en
grandes castillos donde en cada banquete comían postres deliciosos, llenos de adornos. Aquellos
monumentales postres que ponían un broche de oro en los banquetes de la
nobleza, establecieron las bases de la repostería
actual, elevándola hasta el mismo nivel artístico de la
orfebrería.
En Grecia se encontró el primer pastel llamado
Obelias (ofrenda). Más adelante en
Francia, se reunió a los pasteleros y panaderos dándoles el privilegio de
fabricar las obleas (hostias). Así, bajo la supervisión de la iglesia, se
comenzó a profesionalizar esta tarea, ya que cada vez los
pasteleros adquirieron más importancia en las celebraciones religiosas.
Bajo el reinado de Carlos IX en
1566, nació la corporación
de pasteleros, y
en el siglo XVII, con el descubrimiento de la levadura se mejoraron muchas
preparaciones. Así siguió avanzando este oficio de pastelero,
hasta que en el siglo XIX se siguieron perfeccionando las recetas, procesos y
técnicas, transformándose en lo que conocemos hoy.
Si que es viejo su origen
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